HISTORIAS CONTADAS CON DOS DEDOS - JUAN CARLOS BATALLER
Juan Carlos Bataller 150 íses del llamado Tercer Mundo, podrían provocar un crash financiero de imprevisible consecuencias. ● ● ● Como puede apreciarse, las cuestiones en debate eran lo más variado y se manejaban sobre un plano realístico de intereses afectados. allí el patriotismo, las marchas militares, las concentraciones populares, poco tenían que hacer. el mundo había cambiado y estas cuestiones transitaban otros caminos. A todo esto, el hombre de la calle también comenzaba a opinar. El co- mentario general era que “se ha llegado a una situación absurda”. El europeo medio tiene en muy bajo concepto a cualquier régimen militar. Y no podía disimular su antipatía hacia el argentino. Pero eso de alguna forma se compensaba con otra antipatía de raíces más profundas y que es la que sienten los países latinos hacia ese aire de superioridad in- glesa. De no ser por la imagen que ofrecía nuestro país, era indudable que espiritualmente estaban más cerca de nosotros. Pero había cosas que, por principio, no podían aceptar. Y es así como, aunque las consi- deraron una especie de chantaje y además de escaso valor como ele- mento de presión, todos estuvieron de acuerdo con las sanciones económicas que la Comunidad Europea impuso a nuestro país. Los ingleses gozaban además de un arma importantísima: presencia en el continente . Algo que nosotros no teníamos en absoluto. Y esa pre- sencia se traducía en notas periodísticas que contaban anécdotas de los soldados a bordo del invencible o del hermes , relataban la vida de los jefes militares británicos, exponían hasta el cansancio los puntos de vista del gobierno de Londres y hasta realizaban una campaña –que llegó a tener éxito– diferenciando entre el pueblo argentino, de origen europeo, amante de la paz, y el gobierno militar que decidía inconsultamente y que había cometido atropello incalificables en materia de derechos hu- manos. ● ● ● Hablar con corresponsales de otros países acreditados en Roma, se hacía muy difícil para un periodista argentino en aquellos días. En general, el argumento de ellos era lineal: “hace algunos años –decían– querían
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