HISTORIAS CONTADAS CON DOS DEDOS - JUAN CARLOS BATALLER

Historias contadas con 2 dedos 153 cialidades del país, aplauden cuando les liberan las importaciones y les permiten comprar en el exterior toda clase de artículos superfluos. no tienen problemas raciales ni religiosos ni tan siquiera ideológicos y viven en una total inestabilidad política. es un país donde es impo- sible planificar económicamente nada. Se ha perdido hasta el con- cepto de la convivencia civil al extremo de considerar normal la desaparición de una persona, la censura, la falta de libertades, las proscripciones. ante todo, ¿quién puede considerar como cuestión prioritaria nacional la toma de unas islas con clima polar pobladas desde hace más de un siglo por pacíficos súbditos británicos que se dedican a pastoreo? Yo no digo que no le pertenezcan pero me pre- gunto si depende de estas islas el futuro del país y aunque sé lo que significa el colonialismo inglés, pienso que también la clase dirigente argentina ejerce una especie de colonialismo al pretender poseer por las fuerzas tanto territorio sin darle una utilización económica y sin brindarle un mejor nivel de vida a sus habitantes». ● ● ● Este tipo de análisis era el que predominaba al comienzo del conflicto. La guerra ya estaba a las puertas y muchos se preguntaban cómo de la nada puede surgir una guerra. Porque la Argentina no se había preo- cupado de dar difusión internacional al tema Malvinas. Era ilógico – para los europeos-, pensar que de la nada estuviera por surgir una guerra absurda. Si nunca habían oído hablar de aquellas islas remotas. ● ● ● La historia de la guerra no es necesario contarla. Todos la hemos vivido. Cada uno tiene su propia opinión formada. Lo que si es necesario des- tacar es la diferencia, en cuanto a calidad y cantidad, de información que se ofreció a los argentinos y al resto del mundo. Un poco por la cen- sura existente y en mucho porque la mayoría de los medios de difusión decidieron acompañar la aventura del rescate de las islas, el caso es que el ciudadano argentino estuvo siempre mal informado. Y eso se podía apreciar fácilmente en Italia, cuando los enviados especiales, en línea directa con sus canales de televisión, sus emisoras de radios, sus diarios o revistas, pintaban un cuadro que nada tenía que ver con la realidad,

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