HISTORIAS CONTADAS CON DOS DEDOS - JUAN CARLOS BATALLER
Historias contadas con 2 dedos 155 nes de las Naciones Unidas, la visita del papa Juan Pablo II, la falta de apoyo de los países industrializados, el abrazo del canciller Costa Mén- dez con Fidel Castro, la manifiesta intención de Galtieri de llegar a pedir ayuda a la Unión Soviética si fuera necesario, la caída de un presidente y el derrumbe de un régimen. ● ● ● En medio de todo esto, el argentino medio estaba profundamente des- informado. Recuerdo una de las últimas notas que mandé desde Roma. El perio- dista que me atendió en la Argentina me dijo: -Parece que las cosas andan bien. Los ingleses están por retirarse. -Oíme, la Argentina capituló esta mañana. ¿Acaso no se ha informado en Buenos Aires? -¡Dejá de embromar…! ● ● ● Les cuento que las cenas en lo de Pablo para un periodista argentino se hicieron difíciles. Yo dejé de concurrir pues no estaba de ánimo. Me di- jeron que tampoco iba Leslie Childe. Y acá viene la anécdota. La guerra estaba en su nivel máximo. Yo estaba escribiendo en la Stampa Stera y de pronto veo que Leslie se acerca a mí. Muy serio me dice: -¿Podemos charlar un momento? Si hay algo que un periodista no puede hacer es dejarse ganar por las emociones y rechazar una charla. Menos con “el enemigo”. Salimos del edificio de la prensa y sin decir palabra caminamos cuatro o cinco cuadras hasta un bar. Nos sentamos en dos taburetes, junto al mostrador. Leslie pidió su amado vodka Martini y yo una cerveza. De pronto el veterano colega me miró. Estaba muy serio y con los ojos enrojecidos. Y una a una escuché sus palabras dichas entre lágrimas: -Quiero decirte que ni vos mereces a esos mal nacidos que han inven- tado una guerra para seguir en el poder ni yo merezco a esta vieja loca que aprovecha la guerra para ganar votos. Ninguna guerra vale más que una amistad. Ninguna guerra vale más que una sola vida humana.
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