HISTORIAS CONTADAS CON DOS DEDOS - JUAN CARLOS BATALLER

Juan Carlos Bataller 188 De pronto, Aida Laspina nos dijo que ella si estaba invitada, lo mismo que Carlos Fagale, que la invitación también había sido formal y que sólo sabía que concurriría poca gente. La curiosidad se transformó en una cuestión de fondo en la medida que se acercaba la fecha del 16 de septiembre —la noche elegida— y llamé a Eduardo: —¿Qué pasa? ¿te designaron ministro? ¿te vas de San juan? —Nada de eso. Pero no me preguntes más porque no te puedo adelan- tar otra cosa. —¿Somos muchos los invitados? —En total vamos a ser ocho personas. —Pero ¿es en serio que hay que ir vestidos formal elegante. —Por supuesto, así dice la invitación. —¿Y qué vamos a comer? —Sólo te puedo adelantar que viene un chef de Mendoza… ● ● ● Con el fin de sacarle algo más, arriesgué otra pregunta: —¿Llevo máquina fotográfica? —Sería importante. —Si es importante, pido también que vayan periodistas. —Podés hacerlo. Fue imposible obtener más información. Así llegó la noche del 16 y allí estábamos con Silvia, formalmente ele- gantes, llegando a la casa de los Alonso. Además de Aida y Carlos estaban Sergio Gurguí y su esposa Federica Mariconda, todos muy elegantes. ● ● ● Quiero aclarar que los Alonso son excelentes anfitriones, cuidadosos de los más mínimos detalles y exquisitos a la hora de elegir el menú, los vinos y hasta el puro después de cena. Y esta vez era cierto: había un chef que había venido de Mendoza. Era Sonia, la hija de Micaela y Eduardo que reside en esa provincia y es una experta en gastronomía. Después de invitar algunos tragos y hablar de distintos temas sin que

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